jueves, 26 de mayo de 2016

Entrevista a Isabel Bayón


Entrevista a Isabel Bayón :

Tuvieron que pasar algunos años para que entendiera el flamenco. Para que, de puro aburrimiento, no se fueran a dormir sus ojos de niña. Pero el baile le podía, "era algo que no podía resistir". Y menos, con una madre que la jaleaba, en cualquier sarao, para que la niña liberara el irrefrenable empuje del compás. Esa pasión era todo menos un juego, aunque con cinco años ya entrara en el torno de Matilde Coral, quien modeló los cimientos de su baile en la escuela sevillana. Manolo Marín, Mario Maya, algún que otro nombre y, "sobre todo, bailar mucho", hicieron el resto. Y de ese cruce de aguas brotó una Isabel Bayón que ahora pasea por los escenarios un baile flamenco muy personal que autodefine como "un compendio de muchos estilos, tanto de flamenco como de otras danzas". Aunque reconoce que, lejos de ser "bailaora de fuerza o de temperamento, me van más los ritmos sensuales". 
¿Has sido consciente en estos veinte años de carrera profesional de cómo ha ido evolucionando el baile flamenco? 
Hay abismos. La evolución ha afectado a la técnica, sobre todo. Pero es necesario. Yo defiendo que para poder demostrar y poder transmitir lo que sientes, tienes que tener las herramientas suficientes. De lo contrario, te quedas a medias. Aunque, a veces, se abusa demasiado de la técnica y se descuida un poco la esencia... La barrera es muy sutil. Te puedes pasar al otro lado rápidamente y perder el regusto. Eso que tiene el flamenco que parece tan sencillo, pero que es lo más difícil. Eso que te levanta y te pone el vello de punta. Creo que es necesario parar un poquito a buscar la sencillez, pues en lo simple puede estar lo más complicado. Pero sin olvidar el toque flamenco ni la novedad... esa es la dificultad. Innovar haciendo cosas distintas es fácil. Hacer las cosas sencillas, con sabor y con forma flamenca es mucho más complicado que hacer mil pasos perfectos. 
¿Crees que en la mujer esa frontera es aún más delicada? 
Se dice que la mujer tiene que bailar sensual, femenina... Pero es que hay mujeres que no son ni sensuales ni femeninas y tendrán que sacar otros sentimientos. Tienes que bailar como tú eres. Yo bailo como siento y como soy realmente, hablando, andando... Tiene que haber de todo, distintas formas, distintos estilos. Y si a una mujer le apetece hacer una carretilla impresionante porque además puede, pues perfecto. Yo prefiero un movimiento de caderas o un movimiento de hombros porque me siento a gusto en esa forma. 
¿Cuáles son tus referentes? 
Yo me fijo en todo el mundo. Incluso en artistas que no tienen nada que ver con mi forma de bailar. Aprendo de todo el mundo, a todo el mundo le encuentro algo bueno. 
¿Y fuera del marco flamenco? 
He hecho cosas de clásico, de danza española, de contemporáneo, de fusión de flamenco con otras músicas... un poco de todo. Me gusta la música de raíz. Pero siempre llevándolo a mi condición de flamenca, a un sitio en el que yo estoy a gusto. 
¿Dónde colocarías el ya manido debate de la fusión? 
Veo bien que la gente investigue. De todo se saca algo positivo, si luego sabes llevarlo a tu terreno. Otra cosa es que te desvíes. La investigación hace que el flamenco vaya creciendo. La gente cerrada que quiere que todo sea como hace cincuenta años, en el fondo, tiene mucho miedo a no entender lo que van a ver. Hay que aceptar las cosas como vienen, al margen de gustos, pero no intentar acabar con la gente que intenta buscar con cabeza. La crítica suele destruir al que saca los pies del plato, a no ser que seas super conocido y se te acepte todo. 
Y no lo dice por experiencia propia porque, "al llevar una línea clásica, en Sevilla me respetan". Isabel Bayón, que cuando no baila, piensa en bailar, siente que se encuentra en su mejor momento profesional. Desde que el pasado año el Ballet Nacional le pidiera un montaje, abrió una nueva vía a su profesión. Acaba de preparar para la Compañía Andaluza de Danza una coreografía estrenada en el Festival de Jerez: "Es un número flamenco, unos tangos que he montado para ocho mujeres, nada más". La asignatura pendiente es un espectáculo propio para la próxima Bienal de Flamenco de Sevilla, "pero aún está por organizar en mi cabeza". 
¿Qué transmite Isabel Bayón desde las tablas? 
Soy egoísta. Tengo que pasarlo bien sobre el escenario para que el público disfrute. Lo tengo comprobado en la reacción de la gente. Estar a gusto es la única forma de llegar al público. Y, sobre todo, cuando nos lo pasamos bien todos los que estamos en el escenario. 
¿Y reacciona igual el público en el extranjero? 
Depende. Aún hay mucha gente fuera que piensa que el flamenco es ruido y cabezazos y pelo... y eso es lo que les pone. No llegan a captar las sutilezas porque tampoco tienen continuidad de ver flamenco. En Japón, sin embargo, no hace falta dar zapatazos, porque es un público cada vez más acostumbrado a ver flamenco y con mucha variedad. 
¿En qué contexto te sientes más a gusto? 
Todo tiene su encanto... He vivido momentos increíbles en tres metros cuadrados, cuando la gente que tengo al lado me lo está dando todo. Y lo mismo en un teatro. Son cosas distintas. La magia que tiene un teatro no la tiene un tablao. Creo que en el flamenco, si surge lo que tiene que surgir, no importa el contexto. El reto es mayor en un teatro. En la peña hay de entrada más calor. En el teatro juegan otras cosas: luces, sonido, estética, lo técnico. Además, en el flamenco, cuanto mayor es el sitio, más se pierde la energía. 
¿Cuál es tu atrás ideal? 
Depende de lo que me apetezca hacer. Muchas veces con una guitarra y un cante es suficiente. No veo necesario tener una banda detrás impresionante. Sí es cierto que ciertos instrumentos, como el piano o los vientos, ahora no me entran. Me gustan los instrumentos de cuerda o de percusión. Son a los que les puedo sacar más partido. Tengo claro que todo lo que se lleve detrás tiene que apoyar y engrandecer lo que hay delante, no al contrario. 
¿Qué futuro le auguras al baile flamenco? 
Está saliendo adelante mucha gente buena, haciendo cosas muy interesantes. Hay de todo, pero está bien que haya variedad para que cada uno elija lo que le gusta. La obsesión por hacer cosas distintas lleva a olvidar lo delicado que es este arte. Para crear hay que estar muy pasado, muy hecho, muy maduro y tener una base muy fuerte para, a partir de ahí, buscar e investigar. Hay gente que tiene esa necesidad de hacer algo distinto, algo que no haya hecho nadie... Yo creo que ese no es el camino. Hay que hacer lo que te apetezca, pero sin forzarlo. Si te viene natural, bien, si no, creo que hay que apartarlo. 
Este maremagno de experimentos, ¿confunde o enriquece? Enriquece. 
Viene bien equivocarse. En el baile flamenco está todo hecho. Hace treinta años se hicieron cosas impresionantes y no ha pasado nada, el flamenco está todavía aquí. La gente le tiene mucho miedo a todo. Mira Vicente Escudero... ahora es un monstruo y antes estaba loco por hacer cosas como bailar al compás de motores. El tiempo te da y te quita. Es muy cómodo quedarse en esa idea de toda la vida. Quedarte en el pasado es comodidad, no pureza. Si no te enganchas, te quedas atrás... Además, no es materialmente posible bailar como en el pasado... sería penoso. El flamenco es un arte vivo, que va evolucionando. Creo que es una de las culturas más vivas que existen. El flamenco no es sólo música... son sentidos, son sensaciones, son momentos... es algo difícil de controlar. 
Para sentir flamenco, ¿hay que demostrarlo por fuera? 
No es necesario, aunque haya gente que lo sienta así. El sentir flamenco está en otras cosas, no sólo fuera. Está dentro, en cosas que otras personas no pueden captar. En cualquier lugar, en cualquier situación, en cualquier momento del día, se puede ver algo flamenco. No sólo ya en el toque o el cante, sino en situaciones, en formas de hacer, de sentarse, de empezar a cantar, de comentarios que surgen... 
Y a ella le brota lo flamenco en cómo entorna los ojos para escoger palabras, en cómo modula su voz melosa de marcado acento sevillano, en cómo engrandece su feminidad, en cómo se retira el pelo de la cara, en cómo encaja silencios... 
¿Dónde te has puesto el listón? 
No me pongo listones. Avanzo según va surgiendo. Me da mucho miedo ponerme metas. Hasta donde llegue. 
Candela Olivo
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