miércoles, 10 de junio de 2015

Flamenco Carlos Arrabal Rodríguez Córdoba


Biografía:

Nacido en Zaragoza en 1948. Pertenece a la Peña Fosforito. Vecino del Campo de la Verdad, ha convivido con infinidad de cantaores de este barrio de los cuales aprendió. En la penúltima sesión del ciclo Venero Flamenco en Bodegas Campos, con el patrocinio -permanente y ojalá Dios que no nos falte por el bien de la cultura nuestra- de la Diputación Provincial de Córdoba y la no menos constante, generosa, vital y prestigiosa colaboración de Bodegas Campos, amor de puertas abiertas a todo lo que huela a Córdoba y sus pueblos, me ha correspondido el honor de presentar a Carlos Arrabal, un cantaor aficionado como todos los que honran esta actividad con su entusiasta participación, que esta noche viene acompañado por la guitarra solidaria y generosa de Juan Ramón Cisneros. Carlos Arrabal es hijo de madre cordobesa y de padre aragonés fervoroso de Pepe Marchena, al que emulaba en sus cantes pues poseía voz y sentimiento suficientes, lo cual pudo ser motivo de satisfacción en su día para los andaluces serios amantes del flamenco, tan dados a ofrecer a los forasteros de bien agua y sal para los pies, un vaso de vino y un lugar a la lumbre y esa es la ley no escrita de nuestros antepasados.Nace en Zaragoza en 1948 y se traslada a Córdoba con sus padres, pasando su primera infancia en el barrio del Zumbacón. Estudia bachillerato hasta 2º en el Luis de Góngora (plaza de las Tendillas) y continúa su formación en la Universidad Laboral. Cuando empieza su mayoría de edad contrae matrimonio y se traslada a vivir al Campo de la Verdad, barrio emblemático cordobés y cuna de buenas voces flamencas. Allí la Casa Currito, el bar del Estanco y el de Los Villegas, el de los peces en adobo, donde solían comer cantaores de densas y entrañables reminiscencias como Chaparro, Morenín, Antonio Muñoz El Toto, El Pele, Rafael Mesa "El Guerra" y tantos otros... Archivo:11 Petenera-Carlos Arrabal.ogg Aunque las referencias más directas de Carlos Arrabal son El Chaparro y El Guerra, es un gran admirador de Fosforito, la Niña de los Peines, Manuel Torre y Cayetano Muriel. Son la soleá y los cantes de Málaga en toda su amplia gama, como manda la tradición en Córdoba, los que conforman su repertorio. Cantaor versátil, su voz abarca desde el quejío y las tonalidades de una soleá hasta la armonía y la dulzura de unos tientos. Ha participado en concursos de Lucena y Montalbán y colaborado en actividades como el ciclo Flamenco en el Aula . Obtuvo en Santander el primer premio de Cante por Fandangos en el concurso que organiza el Centro Andaluz de la ciudad cántabra, con la que mantiene una especial relación por sus lazos afectivos y familiares con el guitarrista Alejandro Martín, finalista en su día en el Concurso Nacional de Córdoba. Socio de la Peña Flamenca del Campo de la Verdad al principio, se incorporó después a la de Fosforito y hoy comparte su amistad con las dos peñas. Es Carlos Arrabal hombre afable, cordial y atento a la llamada cuando su presencia es necesaria, de exquisita sencillez y sensibilidad como todos los grandes aficionados de vocación flamenca que han hecho posible este ciclo en Bodegas Campos. Amante de la tertulia, la conversación, la palabra en suma. Amigo del vino, del cante y la taberna como templo donde se rinde sereno tributo al trabajo y a la convivencia. El cante de Carlos Arrabal, como el de todos los que forman esta entrañable galería de cantaores, a los que el Ateneo de Córdoba ha querido rendir homenaje de amor y gratitud, es un cante libre, sin caché, sin condiciones, sin acuse de recibo. Unos cantes que tienen el poder de erizar los vellos de la memoria de los zagales cortijeros supervivientes, cuando desentierran escenografías de muleros, de mulos y de arados trabajando la besana, cambiando la tierra de color con la caricia de la reja y un sol de fuego, tan cansado de quemar siempre a los mismos que en más de una ocasión, como dijo el poeta, quisiera haberse convertido en árbol y quedarse anclado en cualquier parte. Y en ese escenario cárdeno de sudor y amarillo de barbechos una banda sonora absolutamente gratuita y perfectamente compuesta, formada por esos cantes de los gañanes temporeros de Fernán Núñez, Montemayor, Montalbán, Doña Mencía,... que apenas han tenido ni tienen valor antropológico para los estudiosos, ni para los poetas y letristas de pan llevar, atrapados como andan por la fragua y sus gitanos, que tal parece no haber habido en Andalucía más trabajos violentos que el de los herreros ni más gente cantaora que la del Triángulo y los Puertos.
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