domingo, 4 de diciembre de 2016

Flamenco Paco Lira Sevilla


Entrevista:

Paco Lira Entrevista de Berit Böhme 
«Como no soy cuentista, yo de lo único que sé hablar es del tiempo que he vivido». Y de lo vivido por este hombre de 72 años darían ganas de presumir a cualquiera. Desde hace 50 años la casa de Paco Lira es un lugar histórico del flamenco. Pero su casa no solo tiene fama en el mundo del flamenco: también la tiene en círculos de otras músicas, del cine, del arte, de la literatura. Hoy es la única casa en Sevilla donde hay música en directo a diario. 
En Septiembre hablé con Paco Lira sobre su vida, su trabajo y claro: sobre el Flamenco. 
Nací en Sevilla. Pero tanto mi padre como mi madre, eran un poquito de arriba, de "Casa de Sierra". El trabajo de ellos era el campo. "Casa de Sierra" es poco flamenca. Es un pueblo duro. Un hermano de mi madre fue cantaor. Se llamó "Carmelo de Sevilla". Mi madre también cantaba. Las mujeres en el trabajo, en el trabajo casero, limpiando los cristales o lo que fuera, siempre cantaban. A mí, me quitaron del colegio cuando era chico, estuve hasta los diez años. 
Berit Böhme: ¿Y con nueve o diez años ya te gustaba el flamenco? 
P.L: Yo era ayudante de uno de los carreteros que tenía un carro tirado por muchos mulos. Era un gitano que cantaba la soleá de Triana como nadie, se llamaba "El Papero". Este hombre me impresionaba mucho. Porque todos los dramas que pudiera tener, todos los problemas, los aliviaba cantando y inventando esas letras con una estructura muy rígida. "El Papero" era un hombre genial. Genial dentro de su pobreza. Sería pobre, pero con una enorme dignidad, con orgullo y con nobleza. Ya de mayor no trabajaba con nosotros. Pero siempre había alguna motivación para venir a la huerta nuestra, y en la fiesta de cualquiera él estaba y cantaba. 
B: ¿Tenías dificultades por los grupos políticos que pasaban y se reunían en tu bar? 
P.L: Mi casa era abierta a todas las tendencias políticas. O sea: un sitio libre, libre. Yo nunca he pertenecido a nada. Pero mi casa era el refugio de todos los intelectuales que no podían hablar en otros bares. En mí casa hubo hasta de siete partidos políticos, ¿sabes? Frente al franquismo todos estaban unidos. 
B: ¿Cómo se sabía que había un lugar vuestro? ¿Por propaganda oral? 
P.L: Siempre ha sido propaganda oral. Nunca he hecho publicidad. A veces me obligan por compromiso con algún amigo, pero no me interesa. Porque me trae un público ajeno a lo nuestro que no comprenderá nunca esto. Tardará muchos días en quedarse con las coplas... Y fíjate, nosotros, sin hacer publicidad... por mi casa pasaban todos los más grandes de la música de todos los sitios. Por ejemplo el Pete Seeger. Le conocí en el 62, 63. Frank Zappa 

Pero vamos, Frank Zappa, de la gente moderna, de la movida moderna, Frank Zappa frecuentaba mi casa mucho, incluso el Peter Gabriel hace poco que estuvo por aquí. Pero a mí me pone más Frank Zappa. Frank Zappa era un intelectual. Además un hombre muy sencillo, nada de los artistas de ahora, que son exhibicionistas. 
B: ¿Tienes una intención educativa? Para que los jóvenes entiendan mejor el flamenco... 
P.L: Sí, sí. Porque los están engañando en todos los sectores, ¿sabes? (eso lo dice con rabia) 
B: ¿Y por eso pones cantaores tradicionales como "Juan de Coripe", para educar a los jóvenes?
P.L: Sí, siempre ha sido así. Siempre, siempre trataba de informar de como se llama el cante. Y ya al principio de "La Cuadra" busqué un hombre que cantara por muchos estilos. Eso me interesaba mucho para la gente nueva. Porque iban estudiantes que no tenían ni idea... 
Metía el "Niño de Alcolea". Era camarero y era un magnifico artista. Hacía todo tipo de cante, era fandanguero, pero también conocía los otros cantes y cada estilo de otros fandangos y de otros cantaores de aquel momento. Y entonces le daba un sueldo y él era el encargado del bar. 
B: ¿No piensas que es un poco difícil para los jóvenes entender las cosas viejas, tradicionales? Por ejemplo , lo que canta Juan de Coripe. 
P.L: Sí, pero es mucho más vergonzoso coger a los mejores guitarristas, y te tocan cinco palos, nada más. Cuando hay casi centenares de palos. Cuando Juan de Coripe vino aquí el primer día, muchos de los guitarristas que había no le podían acompañar a más que dos o tres cosas, a las demás no. 
B: Es tu intención que vengan muchos jóvenes, y no solamente gente que puede pagar 2000 ptas para ver flamenco, ¿no? 
P.L: Esa es mi intención, que he mantenido durante tantísimos años. Interesa un sitio al que venga el que quiera saber y no le cueste nada. El drama de mi casa, por lo que económicamente siempre hemos estado mal, es porque a nadie se le dice "¿Qué van a tomar los señores?" o "le cuesta tanto ver eso". Eso nunca se ha dicho en mi casa y mantener eso durante los 50 años que llevo en este lío es difícil. 
B: ¿Por qué te gustó tanto Antonio Mairena? 
P.L: Es que cuando el flamenco se domina mucho desde dentro... Antonio Mairena me interesaba mucho porque tenía ese sentido didáctico que debía tener el profesional para que le guste a la gente lo que esta viendo. Además de deleitar en el cante: informar 
No sé si Mairena lo copió de nosotros o nosotros de Mairena (ahora está sonriendo). Porque yo... cuando llegaba Mairena no se sabía quien era Mairena. Yo sabía que aquello le interesaba, porque venía. 
B: ¿Cómo eran Fernanda y Bernarda? 
P.L: Eran un encanto. Los padres no querían que fueran artistas, y ya eran mayorcitas, y no las dejaban ser artistas. Para mí, Fernanda es la verdad de estos últimos tiempos. Antonio Mairena y Fernanda. Además la Fernanda y la Bernarda empleaban letras de canciones andaluzas, metidas por flamenco, que no es, pero sin embargo estando perfectamente metido. Eso es bueno y es válido, y ha sido válido. 

B: ¿Qué artistas de hoy te gustan mucho? 
P.L: Hombre, a mí me gusta mucho de los de ahora Joselito de Lebrija, por ejemplo. Por joven, por la posibilidad, porque el chaval todavía no le han aburrido y no le han destruido aunque han hecho todo lo posible. Porque ten en cuenta que en un concurso dentro de la Bienal, de la penúltima Bienal, él hizo perfectamente los cantes, los romances por bulerías, de Lebrija, ¿sabes? Que son una especie de bulerías al golpe. Y de los miembros del jurado no había nadie que conociera aquel cante que estaba cantando aquel hombre. 
De la guitarra nueva de ahora me gusta mucho por lo respetuoso que es con el flamenco: Martín Revuelo, de la guitarra buena. En el baile Carmelilla Montoya, la hija de Carmen Montoya, que es una magnifica bailaora, pero lleva sin actuar ya hace tiempo. Es un crimen que a esta mujer se la margine, cuando es una gran profesional. 
B: ¿Y un viejo flamenco de la guitarra? 
P.L: En la guitarra para mí hay maestros como Diego del Gastor o el Morao, ¿no? O el Parrilla. O de Granada Luis Habichuela. Luis Habichuela es la perfección. ¿Tú te puedes creer que se pueden celebrar cosas y no se acuerden de Luis Habichuela? Y si se acuerden, de sus niños. Es la mentira de hoy, ¿sabes? 
A mi casa venía Diego del Gastor que era un hombre raro, muy serio, que no le tocaba a cualquiera, aunque hubiera todo el dinero del mundo, que le tocaba la gente sencilla, y el Niño Ricardo igual, cuando se cerraba el bar, se quedaban dentro de casa a tocar.
Yo sigo siendo un poco intransigente siempre con el flamenco... Lola Flores, por ejemplo, cada vez que lanzaba un disco lo llevaban a mi casa para que lo conociéramos, y nunca lo poníamos, no. Yo nunca consideraba a Lola ni una buena cantaora ni una buena bailaora, una mujer muy temperamental y muy andaluza, sí, p ero de ahí al flamenco hay una diferencia grande. Imagínate si no toleraba a la Lola, como voy a tolerar a toda la basura que hoy la administración nos quiere vender por flamenco, ¿comprendes? 
Y ahora con 17 o 18 años, no sé cuantos años van de democracia, no se ha hecho un espectáculo digno. Programas grabados el único serio que hay, es de los tiempos de la dictadura. Hecho para minoría culta y eso, un programa que grabó Televisión Española. Se llamó Rito y geografía del cante. El único serio que queda del tiempo de la dictadura. Y al final de la dictadura un espectáculo de Mario Maya que se llamó "Camelamos naquelar". El único espectáculo serio... 
Que la relación antes no era... que no se vivía como ahora, que se vive de falso todo. O sea que todo es una gran publicidad para nada. Que celebran un gran espectáculo para nada. Cuanto peor es el espectáculo, más que lo celebran. Porque como siempre sale perdiendo el flamenco. Se celebran mucho para que eso sea rentable, y cuando va una persona con toda dignidad a defender su arte, se ve totalmente solo, solo ante la indiferencia de los que organizan las cosas, que no las sienten. 
Hay tíos que nunca hubieran llegado a nada, como Enrique Morente por ejemplo, y van amparándole en el desconcierto existente. Según los medios de comunicación es el mejor cantaor. Hubiera sido un buen cantante andaluz. Pero flamenco nunca. Porque no sabe ni darse una vueltecita, no tiene compás para nada. Después de estudiar durante muchos años, toda su vida. Porque para hacer flamenco no hay nada más que ser flamenco y cualquier cosa, una mesa, cualquier cosa es su instrumento. No precisa la guitarra ni nada. 
B: ¿No piensas que el Flamenco se puede aprender? 
P.L: Sí, pero se nota siempre. Hombre, si se puede aprender. Te puedo hablar de centenares de gente que han aprendido... El Enrique Morente, lo poco que sabe... es un tío ajeno al flamenco. Igual que te puedo hablar de tantos, pero es que no me gusta herir a nadie. Pero hay muchos que son mentira. Yo le llamo a eso flamenco mimético. Aprenden los gestos, aprenden el sonido incluso que puede hacer la voz. Pero tú estas viendo que ahí no hay centro.. 
B: Háblame un poco de Camarón. Le conociste cuando era un niño ¿no? 
P.L: Con nueve y diez años el Camarón era un hombre que cantaba muy bien. Como su madre, con aires de La Perla, con aires de un cojo, que se llamaba el cojo Farina de allí de la Isla de San Fernando. 
Yo no sabía que era artista, pero trató de vendernos patatas (fritas), paquetitos de patatas a peseta, ¿sabes? Y a los postres, después de haber comido, en un restaurante en la Venta de Vargas en San Fernando. Y yo iba con varios amigos y digo «ese niño es artista». «Pero Paco, no puedes decir que es artista, si no le ha visto nadie». Digo: «Si, porque estuvo en varias mesas y era el único que se para con nosotros a vendernos una cosa que él sabe que no íbamos a consumir. Y además, entra dentro esa actitud del gitanillo, hemos estado en Jerez, hemos estado con centenares de niños, y no he dicho de ninguno que es artista. Y si te lo digo de este». 
Total que seguimos charlando con él, y al final yo le quise invitar a un vaso de leche, porque yo entonces tenía cinco niños, vamos, yo tengo ocho hijos, pero en aquel entonces tenía unos cinco, ¿no? Y el se enfadó mucho porque le había invitado a un vaso de leche y nos preguntó quienes éramos nosotros. Digo: «Mira, yo soy padre de cinco niños y no quiero que ningún extraño invite a mis hijos a alcohol, y por lo tanto no lo hago contigo». 
Camarón iba cambiando. Para mí parecía un hombre con diez años. Y con 20 años, o 25 años, empecé a conocer un niño, un niño ya objeto de juguete por las drogas y por la nobleza de él. Que se dejaba influir por los demás mucho. Era muy noble, era incapaz de hablar para no molestar. Era un tío correctísimo, un tío muy honesto. Nadie habla de estas cosas de Camarón, pero Camarón era un ser humano increíble. Y lo han destruido en su propio ambiente, con las drogas más duras después. . 
B: ¿Y notaste un cambio en su voz? 
P.L: Cuando empezó tenía todo el rigor del flamenco, del mejor flamenco de los 50. Camarón fue muy bueno hasta poco antes de morir, hasta cinco o seis años antes de morir. Pero las multinacionales del disco le estaban obligando hacer cosas que ya no sentía, pero las hacía porque era muy fácil de manejar, era muy noble, muy sencillo. 
B: Así que lo que grabó en los 80 ya no te... 
P.L: No, no me interesa mucho lo que ha hecho últimamente porque no tenía el rigor flamenco. 
El venía mucho por aquí. Dejaba el Mercedes blanco allí en la puerta y se metía aquí, en particular los días de Julio. Los días que en Sevilla había poca gente aquí, es cuando a él le gustaba venir. La misma noche que murió Tía Juana la del Pipa, él estuvo aquí con su mujer. Esa fue la última vez que vino aquí. Porque los gitanos son muy supersticiosos, y como había cogido aquí la muerte de la Tía Juana, los últimos años no volvía por casa. Pero en algunos festivales le he visto. 

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