domingo, 9 de octubre de 2016

Entrevista a Rafael Campallo


Entrevista a Rafael Campallo :

"Lo difícil es trabajar en una peña, un teatro lo pone en pie cualquiera" 
El arquetipo de bailaor flamenco ha cambiado definitivamente. Ya no son señas indiscutibles de identidad "ir repeinado, enchaquetado y andar con la cabeza muy alta por la calle". Los bailaores flamencos de ahora pueden llevar calzado deportivo, mochila al hombro, quizás una argollita y, ¿por qué, no?, "Mojinos Escocíos" al otro lado de los auriculares. Rafael Campallo es uno de esos bailaores que, en los albores del siglo veintiuno, han decidido hacer del flamenco su otra vida. Pues en esta, Rafael es un discotequero asiduo, amigo de sus amigos y enamorado de la musculación, que guarda el toreo y el fútbol en el cajón de las frustraciones. 
Eso sí, lleva a rajatabla su vida flamenca, esa a la que ya casi ha dedicado dos tercios de su vida (de veintiséis años). "A la hora de hacer mi trabajo, no me caso ni con mi padre". Y, aunque se considera responsable y estricto como profesional, normalmente, no ensaya más de tres o cuatro horas diarias... ese es el límite de sus pies. "¿De qué te sirve estar ocho horas en el estudio y pasarte la mitad del tiempo mirándote al espejo?". Con este dosificado pero concentrado esfuerzo Campallo quiere llegar, "como todos, a ser el mejor". Pero, en su aún corta trayectoria, ya casi han caído los objetivos: "Cuando en el camino te ponen la zancadilla unas cuantas veces te dices, ¿metas, qué metas?". Más aún, cuando te das cuenta de que "el flamenco te da pocos amigos". Y se convence, paso a paso, de que "el factor número uno sigue siendo la suerte y tener el apoyo de alguien. Después está en ti bailar y proponerte llegar a lo más alto... en el intento no pierdes nada". 
El último trabajo de Rafael Campallo ha sido "Trilogía" , un montaje compartido con los bailaores Andrés Marín y Torombo, estrenado en la X Bienal de Flamenco de Sevilla. La obra definía al bailaor del barrio sevillano del Cerro del Águila como el presente del baile flamenco. 
¿Cómo hay que interpretar esta calificación? 
Soy un bailaor de hoy que busca el equilibrio entre los pellizcos y los remates nuevos, pero entendibles, y los recursos tradicionales. Soy presente porque pertenezco a la generación que actualmente desarrolla el baile flamenco. 
¿Cuál es la aportación de Rafael Campallo a esa generación? 
Mi propia forma de bailar. Un baile de pellizco, de suavidad, de frescor. Aunque, realmente, aún no sé cuál es mi aportación a este arte. Supongo que el día de mañana, cuando se conozca mi trayectoria, habré aportado lo que todos: dar a conocer el flamenco. 
¿Cómo te gustaría que definieran tu baile? 
Esta pregunta es retorcida. Me has dejado... Como un baile no excesivamente cerrado y a la vez moderno. No quiero pasarme ni por un extremo ni por el otro. Lo dejo en una cosa intermedia. Simplemente, me gusta transmitir cómo soy. Hay gente que dice que según se expresa una persona, así es. Yo expreso lo que soy... aunque la verdad es que bailando tengo un poco de más desparpajo. 
En "Golpes da la Vida", obra de la Compañía Andaluza de Danza que coreografiaste junto a José Antonio, se presenta el dilema del momento en el que el discípulo encuentra su camino... 
Sí, la idea que transmite es que el maestro te enseña todo lo que sabe, te deja que ensayes y matices esos conocimientos, pero sabe que la puerta que te abre no es la única que existe y acabas buscando la salida en la que te encuentras más cómodo. 
¿Y cuándo se da uno cuenta de que está preparado para caminar en solitario? 
Nunca lo llegas a saber. Estas dándolo todo día a día hasta que coges la oportunidad cuando te la ofrecen. Hay gente que se engaña creyendo que está preparada y, por muchos años que lleves, nunca lo llegas a estar. Creer que estás listo es un arma de doble filo, porque no todos los días estás igual, influyen muchos factores. Decidí salir de la compañía para probar un camino nuevo. Eso sale por sí solo. Es cuestión de coger la oportunidad y saber aprovecharla. 
En el proceso formativo de Rafael Campallo comparten protagonismo bailaores como José Galván, Manolo Marín, Mario Maya, Manolete... ¿De quién aprendes ahora? 
De todo el mundo que me guste. Siempre estaré aprendiendo porque nunca lo alcanzas a saber todo en tu gremio. Los primeros que no sabemos nada en flamenco somos nosotros mismos. Y hasta del más malo se puede aprender. De los bailaores de mi generación puedo mentarte a Andrés Marín, Eva la Yerbabuena, Israel Galván, Domingo Ortega... De ellos capto reflejos, que se me quedan en la mente y luego asimilo. De los antiguos, me fijo en Mario, en Farruco, en Carmen, en Manuela, en Güito, en Manolete... De todo el mundo, porque la mente se abre de ver las aportaciones de otras personas. 
La primera lectura que se podía hacer de la programación de la reciente Bienal de Flamenco de Sevilla es el indiscutible peso del baile. ¿Crees que denota que esta rama está atravesando un momento dulce? 
Quizás hace treinta años también... Es cierto que el baile flamenco está atravesando por un momento impresionante. Es increíble ver tablaos, peñas y gente tan entendida en el extranjero. Y eso es gracias a los artistas de las generaciones anteriores, eso no hay que olvidarlo. Por eso, tenemos la responsabilidad de cuidar este momento. 
Pero hay quien sostiene que el baile flamenco está atravesando por una época de confusión y que, con el tiempo, todo volverá a su sitio... 
Y hay hasta quien dice que esto no es flamenco. En realidad, los jóvenes no estamos sacando nada nuevo. En el flamenco está todo buscado. Sólo logra resaltar el que exprese su propia personalidad. 
A mí me gusta acordarme de los antiguos y personalizar, pero nunca hacer copias, eso es un error. Siempre hay referentes en los que comparar a cualquier bailaor. ¿Qué es lo que falta por hacer? Como no salga un loro cantando por bulerías... Eso sí sería diferente. Ya se ha mezclado el flamenco con la danza contemporánea, con el baile clásico... Mira, por ejemplo, algo nuevo es la forma de vestir del bailaor, pero es algo muy ligado a tu personalidad. Esta idea se vislumbraba con claridad en "Trilogía". La vestimenta actuaba como seña de estilo: lycras para Andrés Marín, camisa al aire para Campallo, pañuelo al cuello para Torombo... Futuro, presente, pasado. Ahora, Campallo y Marín se van a permitir el juego de intercambiar ropajes en el espectáculo conjunto que ya preparan: "Somos estilos distintos pero muy complementarios". 
La obra que estás desarrollando con Andrés Marín, ¿gira en torno a un hilo argumental? 
No. No entiendo esa obsesión por los argumentos en los espectáculos de baile flamenco. Antes se hacían las historias solas, ahora quieren sacar historias de donde no las hay. Y creo que el recurso al argumento denota falta de confianza en uno mismo. El argumento muchas veces hace olvidar el baile. Yo lo que hago es bailar. Ofrezco actuaciones con una estructura de baile. Lo que no se puede hacer es anteponer el valor del argumento al valor del bailaor. 
¿Y son los premios buenos para medir esa valía? 
Todo el mundo depende de otra gente, no de nosotros mismos... somos cucarachillas. Pero la verdad es que los premios, al final, son pa' na. Y te voy a contar una historia graciosa que me ocurrió con el premio del Festival de La Unión... 
Y resulta que a Rafael Campallo lo convenció Antonio Montoya para presentarse al concurso y lo ganó. El bailaor se preparó a conciencia para la noche que, supuestamente, le correspondía actuar en la siguiente edición, "un espectáculo en condiciones, bonito y flamenco". Tres semanas antes lo llaman desde La Unión y, pregunta obligada: "¿cuánto me vais a pagar?". Por respuesta, recibió un silencio y un "ya te llamaremos". La siguiente contestación fue que era "un numerillo de diez minutos" y que, por tanto, no había tarifa por medio. "Y, si dices que no, te acusan de sinvergüenza... Para eso sirven los premios". 
¿Quieres decir que es aún insuficiente la remuneración del artista flamenco? 
Ahí no ha evolucionado el flamenco. 
Pero, sin embargo, lo elevado del caché es el principal obstáculo para las peñas a la hora de programar actuaciones... 
Hombre, muchas veces se baila por el mero hecho de disfrutar un rato. Aunque es cierto que otra gente vive del nivel. Y eso depende de lo que cada artista se crea. Muchos no se dan cuenta de que lo difícil es trabajar en una peña, un teatro lo pone en pie cualquiera. 
Candela Olivo

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