domingo, 24 de abril de 2016

Entrevista a Carlos Piñana


Entrevist a Carlos Piñana, guitarrista:

A sus 23 años, Carlos Piñana publica su segundo disco: Cal-libiri. Cuando este cartagenero terminó de estudiar ocho años de guitarra clásica, después de haberse llevado los concursos más importantes de guitarra flamenca, se puso a dirigir un sexteto con dos albaneses, dos cubanos y dos hermanos mayores. Pese a todo, por tradición familiar, se considera un guitarrista flamenco de los pies a la cabeza. 
¿Qué diferencias existen con su anterior disco? 
Bastantes, porque el primero era una muestra de flamenco puro y ortodoxo y en el segundo hay mestizaje: se mezclan muchas culturas, se mezcla el flamenco de vanguardia con música clásica y ritmos latinos. 
Su título, 'Cal-libiri' es más desenfadado que el del primero, "El cuidado de la esencia". 
En el primero intentaba mantener la esencia de mi familia y le daba título una taranta, estilo que habían cuidado mi padre y mi abuelo. El título del segundo es como me llaman familiarmente los músicos cubanos, sugiere algo más original. 
No puede negar que su grupo es, al menos, colorista. 
Sí… Una amiga dice que soy una ONU ambulante. 
¿Cómo se ha adaptado, por ejemplo, el percusionista cubano a las bulerías? 
Los cubanos tienen un sentido del ritmo bestial, con gran formación, y se han adaptado perfectamente a las cadencias flamencas. Llevo año y pico con ellos, pero en dos sesiones, en dos juergas, se quedaron con el ritmo. Me ha costado más trabajo con los albaneses, porque los músicos clásicos tienen la cabeza muy estricta, no están acostumbrados a improvisar y el flamenco tiene mucho de improvisación. 
Dice eso después de haber pasado diez años estudiando guitarra clásica en el conservatorio 
Sí, son ocho años, pero durante dos no pude dedicarme porque empezaron a salirme compromisos. La guitarra clásica y la flamenca son incompatibles, las técnicas son muy diferentes y me ha costado mucho trabajo compaginarlas. Las pulsaciones son diferentes, más fuertes en el flamenco. Paco de Lucía rompió los moldes de la guitarra flamenca, revolucionó y fue criticado por los clásicos, incluso Andrés Segovia le criticó, siempre ha habido rivalidades entre los dos mundos. En el conservatorio me llené de rabia y energía, incluso saqué matrícula de honor. Entre los beneficios que me ha dejado está el virtuosismo en la mano izquierda y el haberme abierto la mente a la hora de componer.
Perdón por la indiscrección, pero ¿era tan severo su abuelo Antonio como parecía? 
¿Severo? A mi hermano le pegaba con el bastón en la cabeza cuando no se quedaba con los cantes, porque le quería coger como heredero suyo y le metía los cantes a puñados. A todos nos ha metido por vereda. A mí me echaba cada bronca… Mi padre también ha sido muy severo, él ha sido mi primer maestro, después estudié con Manolo Sanlúcar y aprendí mucho de él. 
El que un solo de flauta por bulerías abra el disco le hará ganar enemigos en el mundo flamenco… 
No lo sé, es un trabajo arriesgado y lo que marca diferencias siempre se critica. Abre el disco porque tiene mucha fuerza y porque me lo aconsejó la casa discográfica. 
¿Son sus intenciones, finalmente, acercar la música clásica, la cubana y el flamenco? 
Mi intención no es fusionar, sino, simplemente, hacer lo que me ha inspirado en estos dos años. Sin perder la raíz flamenca, no se trata de desvirtuar, sólo que me ha salido así. No es un disco de mestizaje. No puedo presentarlo como un disco de flamenco, no es un disco de guitarra solista aunque la minera sea un tema puro. Yo soy un guitarrista flamenco, de los pies a la cabeza, pero vivo con los tiempos y en estos dos años me han inspirado todos estos contactos.
 Luis Clemente
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