martes, 22 de marzo de 2016

Juan Carmona El Habichuela la guitarra Flamenca.


Juan Carmona Habichuela. La guitarra Flamenca.:

Mientras estoy redactando estas líneas, estoy viendo los seis vídeos sobre el toque de la serie "Rito y Geografía del Toque". Y por inevitable asociación, noto la ausencia de Juan Habichuela en la colección: Niño Ricardo, Paco de Lucía, Pepe Martínez, Melchor de Marchena, Enrique de Melchor, Paco Cepero, Diego Carrasco "El Tate", Andrés Batista, Pepe Habichuela, Serranito... desfilan ante mis ojos, ofreciendo sus solos, sus acompañamientos, sus opiniones sobre el toque de los setenta. 
Aunque criado en Granada, Juan desarrolló su vida artística en Madrid, donde reside en la actualidad, y no esconde su simpatía y referencia ricardiana (Niño Ricardo) como fuente y escuela de referencia. ¿Por qué Juan en plenas facultades no era considerado un clásico y ahora se le celebra precisamente como tal? 
Para documentarme en este trabajo, repaso mi archivo de entrevistas, estudios, artículos, reseñas, etc. dedicados a Juan, y una vez más constato que son recientes. Llego finalmente, quizás de forma apresurada, a una primera conclusión: el flamenco en estos últimos años ha cambiado tanto, ha evolucionado tan rápidamente, se ha movido tanto, que artistas respetados pero no ensalzados ayer, hoy están en los altares clásicos. Y estoy convencido que los primeros sorprendidos deben de ser ellos mismos. Finalmente parece que el flamenco, por muy vanguardista que pretenda ser, siempre necesita puntos de referencias unánimemente reconocidos. ¿Qué tiene el Tío Juan, sencillo, modesto, más bien corto de falsetas y técnica, para estar hoy en el centro de los focos? Juan Carmona Habichuela vive sus primeros años bajo el signo de la miseria de la posguerra: "El flamenco ocupa ahora un lugar excelente. Está en un momento extraordinariamente bueno, muy distinto a cuando empecé yo. Entonces se pasaba mucha hambre. Recuerdo que cuando era chico, mi padre tocaba la guitarra y yo bailaba en la calle, luego pasaba la gorra y sacábamos una perrillas. Un día se acercó un hombre a mi padre y le dijo que donde yo tenía que estar, era en la escuela". 
Juan Habichuela ya situado en los tablaos madrileños bajará en tren a Granada después de ahorrar un dinerillo. Hoy en día su hijo Antonio Carmona (Ketama) acaba de comprarse un chalet situado en una de las zonas más selectas de Madrid y ocupa la portada de no pocas revistas de moda. Los tiempos cambian, y quizás la familia gitana y flamenca de los Carmona sea uno de los mejores paradigmas de esta rapidísima evolución económica de la sociedad española.
Empezó muy joven con el baile, aunque no era lo suyo. Su primera aprehensión y comprensión del flamenco es rítmica. Hay otro dato que llama la atención del Juan bailaor: su rápido abandono de esta disciplina al ver bailar a otros jóvenes de su edad como Farruco o Terremoto y darse cuenta de que no era lo suyo. Temprana chispa y lucidez pues en el Juan adolescente, consciente de sus limitaciones, momento clave sin el cual no se hubiera construido el destino del tocaor. 
Ya en el toque, se dedica inicialmente a acompañar el baile de su paisano Mario Maya, junto con Juan Maya "Marote". Sigue pues con el aprendizaje rítmico del flamenco. Su técnica guitarrística la elabora para esta concreta función de acompañamiento del baile. Manifiesta hoy con orgullo el ser tempranamente aficionado al cante como valor de su ser flamenco. A su temprana formación rítmica, hay que añadir pues su temprana escucha de las melodías flamencas, expresada con la voz y sus particularidades. Es indudable que su orientación al baile, aunque vocacionalmente equivocada, condicionaría su escucha del cante y de su fraseo. 
Pule poco a poco su toque y se inicia como profesional en los tablaos madrileños -asistí recientemente en Sevilla en "La Carbonería" a varios pases de un cuadro flamenco formado entre otros por Luis Agujetas (cante) y Carlos Heredia (toque): un público joven de diferentes nacionalidades (bebiendo, hablando y riendo ruidosamente) obligaba al tocaor y al cantaor que no tenían micros, a esforzarse más allá de lo normal- Esta obligada actitud condiciona la técnica y expresión de los músicos. Carlos Heredia debía de priorizar algunos mecanismos para hacerse oír, como el pulgar y los rasgueados. Las técnicas más clásicas, como arpegios, trémolos o incluso picados hubieran sido baldíos. Estando pues en Sevilla en este lugar, no pude evitar tener la sensación en "la Carbonería" de estar en un café cantante decimonónico y ver hasta qué punto un ambiente desfavorable puede condicionar el toque de un guitarrista. "Cuando me apetece tocar voy a una venta o a una casa de unos amigos y estoy tocando toda la noche prácticamente, porque yo normalmente vivo de noche. Vivo de noche porque el ruido me molesta. Para mí la falta de ruido es esencial. Con ruidos no puedo tocar la guitarra" dice Paco de Lucía entrevistado por José María Velázquez. 
Esto ayudará a comprender por qué Juan Habichuela tiene en sus primeras grabaciones los "tics" propios del tocaor para baile, y su toque se parezca mucho al de Juan Maya "Marote": fuerza, poca matización, uso abundante de rasgueados y pulgar, rapidez en los tempos. Estoy escuchando sus primeras grabaciones con Fosforito, Caracol, Jarrito, El Indio Gitano, El Lebrijano, Manuela Vargas, etc... y no reconozco al tocaor de matices de hoy, sino es por la escuela de Ricardo en sus falsetas. Después de este periodo del toque para baile, Juan Habichuela tiene la suerte de pasar a tocar en los festivales y las peñas, acompañar a unos y a otros, formar pareja artística con Fosforito y por consiguiente profundizar en el oficio de tocaor, matizando paulatinamente su toque. 
"Hoy en día hay mucha gente que se come la guitarra, que la toca fenomenalmente. Pero a la hora de acompañar el guitarrista tiene que pararse y escuchar al cantaor y ayudarle, sobre todo cuando está mal de la voz. No meterle variaciones largas, hacerle cosas raras para dejarlo más afónico, sino ayudarle para que se tranquilice y pueda salir de lo que está haciendo porque está físicamente mal. Eso es lo que tiene que hacer un guitarrista que acompaña (...) Cuando el cantaor termina su cante se le hace una variación cortita y entra otra vez. Se le ayuda a respirar y a entonar de nuevo (...) El cantaor es el mataor y el guitarrista el banderillero. Hay que dejarlos cantar y si el guitarrista quiere sobresalir que haga después dos solos para que el público sepa que también es figura. Pero mientras el cantaor está actuando el guitarrista tiene que estar supeditao a lo que hace el cantaor". Si Juan es aficionado al cante, lo es también de la guitarra y sabe perfectamente el lugar que ocupa entre los guitarristas cuando describe con toda honestidad su toque, presentando el disco "De la Zambra al Duende": "He hecho una soleá que se la dedico a mi hermano Luis, que le gustaba tocar muy fácil y muy sencillo, que es lo que sé hacer, cosas sencillas y fáciles, porque yo de virtuosismo no tengo nada, para qué voy a engañar a la gente (...) Yo soy un guitarrista corto, me he sacrificado siempre para el cantaor. Yo toco solo pero son falsetas, no de picar fuerte, de correr... lo mío es otra cosa, es mucho más fácil que todo eso. es tocar flamenco y corto" 
Norberto Torres Cortés

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